El logotipo es a una marca lo que los ojos a una persona, el espejo del alma. Por lo tanto, un buen logotipo es aquel que refleja nuestros valores y representa quiénes somos, qué vendemos, cómo trabajamos y con qué nos identificamos.
En nuestro día a día recibimos cientos de impactos de diferentes logotipos sin ser conscientes de ello. El de tu dispositivo móvil, el del café que te bebes por la mañana, el del bus/metro, el de la tienda o comercio que te cruzas de camino al trabajo, etc. Están tan integrados en nuestra cotidianeidad que los damos por hecho. Sin embargo, detrás de cada uno de esos logos hay un análisis detallado del mercado y un largo proceso de elaboración.
Definición de logotipo
Un logotipo es un símbolo compuesto de elementos gráficos, texto e imagen, que sirve como identificador visual de una empresa. Es decir, mediante su correcta implementación y sirviéndonos de elementos como colores, formas y textos, logramos un sentimiento identificativo, así como la representación de nuestros valores.
Al tratarse de una herramienta que nos permite identificarnos y promover nuestra marca en el mercado, debe contemplar su posible aplicación en diferentes formatos: página web, producto, tarjetas de visita, Redes Sociales, aplicaciones móviles, rótulos, material audiovisual, papelería, etc.
Es decir, no solo debe representarnos, sino que también habrá de ser reconocible y versátil.
Características de un buen logotipo
Diseño inédito
En primer lugar, nuestro logotipo ha de ser una composición inédita. Es decir, no puede ser similar a ninguno ya existente, y menos aún si es de una marca competidora o de empresas del sector. Por lo tanto, es necesario partir de cero y diseñar algo único y exclusivo.
Sencillo
En segundo lugar, ha de ser sencillo. Al observar algunas de las marcas más relevantes del mercado, nos damos cuenta de que su logotipo dispone de muy pocos elementos. En la sencillez encontramos la virtud. No hay nada más reconocible que una imagen o un eslogan simple, conciso y directo, que capte la atención del consumidor y permanezca en su retina. Además, muchos usuarios reciben el impacto de tu logotipo en un periodo muy breve de tiempo y, por tanto, cuantos menos elementos tenga, más fácil será destacar entre el resto de competidores y, por ende, más efectivo resulta.
Atemporal
Por otro lado, ha de ser atemporal. Es decir, nuestro logotipo debe trascender en el tiempo y resultar efectivo, pasen los años que pasen. Muchos de los logotipos de las empresas con más presencia en el mercado han cambiado muy poco a lo largo de su historia. Esto se debe a que, una vez has conseguido colarte en el imaginario de los consumidores, es importante mantener esa presencia. Si bien es posible realizar ciertas modificaciones, los elementos principales han de mantenerse intactos.
Además, lo que nunca debe hacerse es crear un logotipo basándonos en tendencias actuales, pues las modas cambian y lo importante es que nuestro logotipo sea un fiel reflejo de nuestra esencia, no de las tendencias del momento.
Reconocible y memorable
Otra característica esencial de un buen logotipo es que sea reconocible y recordable. Si pensamos en ciertos productos, automáticamente los asociamos a una marca en concreto. Ocurre con la Coca-Cola, con Google o con Kleenex. La marca se convierte automáticamente en representación de un producto y eso es, en muchas ocasiones, debido a su logotipo. Por tanto, el nuestro debe ser fácil de recordar y debe permitirnos conectar con los consumidores de forma inmediata.
Versátil
Y, por último, un logotipo debe ser versátil. Como ya hemos mencionado, debe poder implementarse en diferentes formatos y situaciones. Es decir, debe poder adaptarse fácilmente a cada uno de ellos sin perder legibilidad o verse distorsionado.
Elementos de un logotipo
Nombre de la empresa o la marca
Un logotipo debe identificarnos y, por tanto, es evidente que debe incluir el nombre de nuestra empresa o marca. Ya sea en tamaño grande o algo más pequeño, debe verse bien integrado con el resto de elementos.
Tipografía
Elegir tipografía es, probablemente uno de los pasos más complejos a la hora de abordar el diseño de un logotipo. La tipografía es una herramienta que transmite nuestra personalidad y nuestra identidad. Por tanto, hay que tener muy claro qué valores queremos asociar a nuestra marca a la hora de elegir su estilo, tamaño y color. Cabe destacar que el factor más importante a tener en cuenta a la hora de diseñar una tipografía es su legibilidad: nuestro nombre debe leerse con claridad en cualquier tipo de soporte.
Imagen, símbolo o icono
No todos los logos han de contar con una imagen o icono en ellos. De hecho, hay marcas que cuentan con dos versiones de su logotipo: con imagen y sin imagen. Y emplean cada una de ellas dependiendo del formato y soporte donde vayan a implementarse.
No obstante, en caso de emplearse, debe ser un símbolo o diseño representativo de la marca de forma abstracta y es importante que actúe de refuerzo de nuestra identidad visual.
Colores
A la hora de elegir los colores de nuestro logotipo es fundamental tener en cuenta la psicología de color.
La psicología del color es el campo de estudio encargado de analizar la percepción y comportamiento que nos generan los diferentes colores, así como las emociones que suscitan en nosotros dichos tonos.
Aunque las connotaciones de los diferentes colores varían según la cultura, existen ciertos principios establecidos, especialmente en las sociedades occidentales.
Por ejemplo, en la mayoría de culturas el blanco es un color elegante que transmite tranquilidad y limpieza. No obstante, los tonos neutros como el blanco también inducen al aburrimiento y la falta de creatividad.
Los tonos rojos generalmente son sinónimos de emociones fuertes como la impulsividad y la agresividad. Además, al tratarse de un color que estimula las funciones cognitivas, es adecuado para cadenas de comida y restauración.
Por otro lado, las tonalidades azules son las más empleadas por empresas de comunicación o marketing. Grandes corporaciones como Facebook o Twitter tienen un logotipo azul. Esto se debe a que transmite elegancia, confianza y pureza, siendo además un incentivo de la creatividad.
En resumen, a la hora de elegir una paleta de color para nuestro logotipo, es necesario hacer un análisis previo de nuestra personalidad como marca y tener en cuenta la psicología del color. Pues el impacto que generemos en el usuario dependerá, en gran medida, de las tonalidades escogidas para representarnos.
Tipo de logotipo
Existen diferentes tipos de logotipos: logotipo, isotipo, imagotipo e isologo. Aunque abordaremos con más detenimiento sus definiciones, aplicaciones y ejemplos en próximos artículos, os indicamos una breve descripción de cada uno de ellos.
– Logotipo: Aunque todas las imágenes representativas de una marca se conocen como logotipo, en realidad es un tipo específico de estas. El logotipo se compone exclusivamente de texto o palabras, por lo que suelen ser aquellos que tienen como base el nombre de la marca. Un ejemplo de logotipo sería Netflix.
– Isotipo: El Isotipo es un símbolo o figura que representa un concepto asociado a algún aspecto de la marca, ya sean sus valores, personalidad o historia. Es una herramienta completamente visual que no utiliza palabras, por lo que ha de ser fácilmente identificable. Un ejemplo sería Nike.
– Imagotipo: El Imagotipo es la conjunción de imagen con texto. En este caso, estos dos elementos permanecen de forma independientes, separados por un determinado espacio. Un ejemplo sería Spotify.
– Isologo: Al contrario que en el imagotipo, en el Isologo la imagen y el texto crean una sinergia indivisible. Es decir, ambos elementos conviven en un espacio imposible de separar. Un ejemplo sería Burger King.
En definitiva, a la hora de elegir un formato u otro, es esencial conocer el mercado y las diferentes características necesarias para destacar en él. No es lo mismo diseñar un logotipo para una cadena de comida rápida, que para una firma de moda de lujo. Cada nicho de mercado tiene sus especificaciones y es fundamental conocerlas para destacar y generar una imagen de marca reconocible y atractiva.